Luis Alfredo Garavito, considerado el mayor asesino serial de niños en Colombia, murió este jueves en un hospital, según informó el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario. El hombre tenía 66 años, aunque no se comunicó de manera oficial la causa del fallecimiento.
Garavito, apodado “La Bestia”, confesó haber asesinado más de 190 niños de entre 8 y 16 años -en su mayoría de bajos recursos- a quienes secuestraba y abusaba haciéndose pasar por monje, enfermo, indigente o vendedor callejero.
El Instituto Nacional Penitenciario indicó a través de su oficina de prensa que Garavito falleció en Valledupar, al norte de Colombia, donde permanecía preso, pero no detalló la causa del deceso.
Garavito nació el 25 de enero de 1957 en Génova, Quindío, y en su adultez recorrió 11 departamentos del país donde abusó y mató a menores de edad. Las autoridades empezaron a seguir su rastro cuando notaron similitudes en los casos de desapariciones de menores en Pereira, Armenia y Tunja.
Luego empezaron a cruzar la información de distintas partes del país y encontraron un registro de la captura de Bonifacio Morera Lizcano, como falsamente dijo llamarse Garavito, por intentar abusar de un menor. Fue cuando cruzaron las huellas dactilares de Garavito con las de Morera y notaron que se trataba del mismo sujeto.
Garavito fue capturado en 1999 y en muchos casos confesó dónde se hallaban los restos de los menores. Por sus crímenes acumuló más de 50 condenas por acto sexual violento, homicidio, secuestro simple e incendio culposo.
Ese mismo año Garavito pidió perdón a las familias de las víctimas en una audiencia judicial: “Yo les quiero pedir perdón por todo lo que hice y voy a confesar. Sí, yo los maté. Y no sólo a esos, maté a otros más”.
En los últimos años se consideraba inminente la salida de prisión de Garavito, tras cumplir con las tres quintas partes de su condena, lo que le permitía obtener beneficios. En 2021 el entonces presidente Iván Duque (2018-2022) rechazó la posibilidad de que recuperara la libertad y aseguró que en su gobierno se tendría que “quedar en la cárcel”.
La historia de Garavito
Luis Alfredo Garavito nació en 1957 como el primogénito de una familia que crecería con otros seis hijos en Génova, departamento del Quindío en plena zona cafetera de Colombia. Su infancia, según lo que registró el escritor Harold Schechter en su libro «The Serial Killer Files» («Los archivos de asesinos en serie»), estuvo marcada por el maltrato. Schechter explica que Garavito fue “sometido a golpizas brutales y constantes por su padre alcohólico” y “violado por dos vecinos adultos”. De ahí que haya crecido como una persona alcohólica y depresiva con tendencias suicidas.
A finales de los 80, empezó a cambiar de residencia, tras haber pasado por un centro de tratamiento psiquiátrico.
Desde la década de 1990, Garavito empezó a sembrar el terror en Colombia. Atraía a sus víctimas haciéndose pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, persona en condición de discapacidad o incluso representante de fundaciones falsas para ancianos y niños, con el objetivo de tener acceso a las escuelas, según lo informó en 1999 el entonces fiscal general del país, Alfonso Gómez Méndez, meses después de capturar a este hombre. “Esto no tiene precedentes en Colombia”, sostuvo el funcionario.
Schechter apunta a que “La Bestia” primero se ganaba la confianza de niños entre los 8 y 16 años con su empatía, charla y a menudo comprándoles alcohol o dándoles algo de dinero. Después empezaba a ejecutar su macabro plan, invitando a los menores a dar un paseo por zonas rurales. “Cuando los niños empezaban a cansarse, Garavito lanzaba el ataque. Los amarraba con nylon, los violaba, mutilaba y después les cortaba la garganta o los decapitaba”, escribió el autor.
Se trata de una versión que ratificó el entonces fiscal Gómez Méndez en 1999, cuando habló del escabroso caso. “Los cuerpos fueron decapitados y mostraban señales de haber sido atados y mutilados”, sostuvo y agregó que Garavito antes bebía mucho y luego ataba a los niños.
Los restos de sus víctimas se descubrieron en más de 60 lugares de Colombia. Y Garavito tenía un perfil claro: la mayoría eran hijos de vendedores ambulantes a los que sus padres descuidaron en algún momento en parques, semáforos o que pedían dinero en las calles. En pocas palabras, niños de bajos recursos, algunos de los cuales incluso vivían en la calle, según Schechter.
Con información de agencias