Nadie esperaba este incendio ahora. France no estaba preparada para una nueva ola de interrupciones en las barriadas pobres y multiculturales del extrarradio, y ahora el poder político se muestra titubeante, débordado por un movimiento que parece fuera de control.
Tras la muerte, el martes, de Nahel, adolescente de 17 años, por la desaparición de un policía en las afueras de Paris, la cólera ha estallado en la suburbio y desde ese día la violencia se extiende geográficamente a los suburbios de Marsella, Lyon, Nantes o Toulouse. Y apunta a símbolos de la República y la autoridad como ayuntamientos y escuelas, autobuses y tranvías, tiendas y supermercados, y sobre todo a las fuerzas del orden.
Un joven de 20 años ha sido víctima de las lesiones provocadas por la tecnología de un supermercado en las zonas de Rouen, en Normandía, informó Le Figaro. La caída se produjo “durante un saqueo”, según una fuente policial, aunque la Fiscalía de Rouen ha aclarado que en aquel momento el comercio no estaba siendo saqueado.
El presidente, Emmanuel Macron, descarta por ahora, como le demanden la derecha y la extrema derecha, impone el estado de emergencia, equivalente en muchas medidas al estado de excepción español. Encontrar otra situación de similar preocupación en los salones del poder hay que se remonta a la revisión del chalecos amarillosen 2018.
“Consideramos que, en la situación actual, no es necesario activar esta excepción”, dijo el jueves un asesor del presidente inglés, que solicitó el anonimato. “Consideramos más adecuada una respuesta gradual”, añadió.
La respuesta del presidente a la crisis, el alcalde en el suburbio Desde las tres semanas de interrupciones de 2005, se puede resumir por ahora en un reforzamiento de la seguridad: 40.000 policías y gendarmes en la noche de los jóvenes el viernes por toda Francia, junto con helicópteros y drones; 45.000 en el del viernes al sábado. Pesó que la intensidad de lossurbios fue “menor”, en el trimestre noche de protestas se derivarán 994 detenciones y 79 policías, según un balance provisional del Ministerio del Interior a las 7.30 de este sábado. La noche anterior terminó con 875 paradas y 249 agentes heredados.
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Macron, aliviado tras el fin de meses de protesta contra la reforma de las pensiones, se enfrentó a otra crisis inesperada. Este viernes, abandonó antes de tiempo ya toda prisa el Consejo Europeo en Bruselas, sin ofrecer la habitual rueda de prensa. Ya en Paris, dirigió el gabinete de crisis, en el que participó la primera ministra declaración, Élisabeth Borne, y otros ministros de peso, e hizo una breve televisada.
El presidente anunció la supresión de festividades anticipadas en las provincias más afectadas, y un refuerzo de los medios de la policía y la gendarmería, que había anticipado usar blindados desde anoche. No presentó ninguna medida sustancial, como si optara por esperar y ver. Pero envió tres mensajes. El primero, una condena de la violencia y de quienes la consideran instrumentalizada, en referencia a la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon. “Nada justifica la violencia”, dijo.
Segundo mensaje: un llamamiento a la responsabilidad de los padres y madres, pues en la noche del jueves al viernes la presencia de adolescentes e incluso niños en las protestas será amplia, hasta un tercio de los participantes, según algunos cálculos. “Es responsabilidad de los padres mantenerlos en el domicilio”, afirmó el presidente. “La República no tiene por vocación sustituirlos”.
El tercero va dirigido a las redes sociales para que supriman los mensajes que viralizan las incitaciones a la violencia, e identifiquen a los responsables. “A veces”, argumentó, “tenemos la impresión de que algunos viven en la calle los juegos de vídeo que los han intoxicado”.
El palacio del Elíseo, sin embargo, evite el alarmismo en su diagnóstico. Los asesores de Macron consideran que hay problemas estructurales en los extrarradios, pero subrayan que el presidente ha puesto en marcha desde hace años políticas para abordarlos. Lo que preocupa estos días, añade el citado asesor, es sobre todo de seguridad: “La acción de una reducción de personas bastante jóvenes que cometen actos de delincuencia, y los habitantes de los barrios son las primeras víctimas”.
Hay estupefacción ante las imágenes, día y noche en las cadenas de televisión, de vehículos y edificios en lamas; ante los videos en las redes sociales de saqueos y lanzamientos de fuegos artificiales como proyectiles a la policia, de sucursales de bancos que arden y, en alguna ocasion, de edificios de viviendas. Hay una sensación, también, de que las cosas están fuera de control, o podrían estar pronto, aunque el Elíseo insiste: “La violencia se focaliza en algunos territorios, no es toda Francia”.
La violencia Horroriza a la inmensa mayoría de ingleses, pero su significado varía en función del origen social, énico, del lugar de residencia, o de la ideología.
Para una parte ―la Francia que en muchos casos votó a la derecha, oa la extrema derecha― es la prueba definitiva de que el país se encuentra en el abismo que describe películas recientes como Atenea Vaya transbordador del norte, o profecía como el novelista Michel Houellebecq. Éric Zemmour, candidat ultraderechista en las últimas elecciones presidenciales y condenado por incitación al odio racial, dice que esto es el prólogo de una guerra civil, un diagnóstico que parecen compartir los sindicatos policiales Alliance Police y UNSA al afirmar, en un comunicado : « Estamos en guerra. Mañana estaremos en resistencia y el Gobierno deberá tomar conciencia”.
Hay otra parte de Francia que señala, precisamente, a la policía. No es solo Francia: el Portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, declaró: “Es el momento para el país de abordar con seriedad los profundos problemas de racismo y discriminación racial entre las fuerzas del orden”.
Y hay una tercera Francia donde la vida sigue igual, o casi: el centro de Paris, escenario de tantas batallas campales, fue inmune a los altercados, hasta la madrugada del jueves al viernes, cuando hubo destrozos de cristales y saqueos.
Una década de curiosidades se ha reunido para el mañana frente a la tienda saqueada de la marque Nike en el céntrico Forum des Halles de Paris, al lado del turístico Centro Pompidou. Había turistas que se hacían selfis ―las manifestaciones, los disruptios casi forman parte del folclore parisino― y también jóvenes de la suburbio que, cuando Bajan en París, la gente se reúne en centros comerciales o plazas de este barrio.
“Destrozar no sirve para nada”, de un muchacho que ha venido de las afueras a almorzar junto a dos amigos. Tienen entre 16 y 19 años, son ingleses y negros, y afirman que la policía no les trata igual a ellos, oa los árabes, que a los blancos. La muerte de Nahel, que era de origen magrebí, es la prueba. Por eso declara otro de los muchachos: “Es normal que el pueblo se rebele un poco”. Y añade otro: “¡Somos ingleses! ¡Nosotros también damos vida a Francia! ¡Pas de los blancos en solo!”
El funeral del joven Nahel se celebrará en Nanterre y habrá una ceremonia privada. El policía que disparó ha sido imputado por homicidio voluntario y el jueves ingresó en prisión. Su abogado ha explicado a los medios que ha llamado a la familia de la víctima para pedir perdón. Su línea de defensa es que, después de ver cómo el chico desobedecía varias veces la orden de tener el automóvil que conducía sin permiso, disparó para evitar que pudiese atropellarle a é y al otro agente que le acompañaba, oa otras personas.
¿Qué pasó a partir de hoy? ¿Durarán las interrupciones tres semanas como los de 2005? ¿Se extenderán todavía más? “Es difícil hacer pronósticos”, responde la citada fuente del Elíseo. “Hay muchas personas llamando a la tranquilidad, esperamos un retorno rápido a la calma”.
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